La importancia de dar el ejemplo como mamás, papás y cuidadores
Los niños y niñas aprenden valores, principios y muchas formas de actuar de las madres, padres y cuidadores. Recordemos que no es lo que decimos, ni cómo lo decimos: es lo que hacemos y cómo lo hacemos.
El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los adultos para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. Muchos estudios han demostrado que las niñas y niños aprenden por imitación. Las primeras personas a las que copian en sus acciones, actitudes y formas de expresar son los padres y otros familiares. Cada día las acciones de los padres y madres se convierten en espejo para los niños y niñas, donde ven reflejado sus experiencias y formas de resolver lo que se les presenta.
Los cristianos tenemos el máximo ejemplo de paternidad y maternidad en Jesús, quien nos ama y modela continuamente. Además, nos enseña a criar hijos e hijas bajo el amor, sabiduría y disciplina. Saber tratarlos implica conocerlos, pasar tiempo con ellos y ellas, y forjar lazos de amor que van más allá del vínculo de sangre.
Por ello, para ser buenos ejemplos, estamos llamados a:
- Decir la verdad.
- Enseñar a los niños y niñas a escuchar, escuchándolos con libertad y sin prejuicios.
- No ejercer ningún tipo de maltrato (verbal, físico o emocional).
- No juzgarlos.
- Fomentar la confianza.
- Demostrarles siempre amor y ternura.
Albert Einstein, el científico más icónico de la historia, dijo: “Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única”.
Recordemos ser congruentes entre lo que decimos y lo que hacemos. Una de las cosas que más hiere el corazón de un hijo o hija es cuando le exigimos algo que nosotros como padres y madres no estamos dispuestos a hacer.