La ternura es un sentimiento donde se mezcla el amor, la dulzura y la delicadeza. No se limita en practicarse solo en las familias, también debe evidenciarse en los espacios donde las niñas y niños crecen y se desarrollan como, por ejemplo, la escuela, donde pasan largo tiempo en aprendizaje y crecimiento continuo.

La escuela es uno de los lugares donde la niñez quiere y necesita sentirse segura, guiada y amada. Por ello, la ternura es clave para que toda la comunidad educativa pueda permear a la generación que atiende en su formación integral.

No solo basta que un docente enseñe una materia y tenga alumnos excelentes, pues necesita de empatía y dar muestras de ternura a la niñez y adolescencia que atiende. La ternura se demuestra apoyando a cada alumno brindándole ánimo y aliento, le reafirmamos en sus virtudes y su dignidad, y se le impulsa a sacar su mayor potencial.

A través de la ternura aprendemos a ver que cada estudiante es único, original, siempre diferente a los demás alumnos y, lo más importante, nos aseguramos que cada uno se sienta aceptado.

“Me siento feliz y realizada cuando mi maestra me dice que confía en mí y que ve que tengo capacidad para hablar en público. Antes me daba un poco de pena, pero fui ensayando junto a mi maestra y como tengo buena retentiva, siempre daba discursos que me salían bien. Hoy me gusta ser maestra de ceremonia en eventos de mi escuela y ya siento confianza en mí misma”.

- Belén de 12 años de edad.

Según diversos estudios, la crianza con ternura y amor hace que el cerebro se desarrolle de distinta manera. Mientras que las y los niños que fueron maltratados pueden desarrollar trastornos como la ansiedad, la depresión y la agresión, quienes fueron guiados con aceptación, afecto y ternura tienen más confianza en sí mismos y son más felices en la edad adulta. 

Son muchos los beneficios de la crianza con ternura en la escuela. Acá te damos algunos tips para tomarlos en cuenta:

• Hazles saber a los alumnos que no tienen que ser o hacer nada para que sean aceptados y amados.
• Procura que en el salón y en otros espacios escolares su voz sea escuchada y respetar sus opiniones, necesidades e inquietudes.
• Acompáñalos en el juego y actividades extra curriculares, observando cómo se manifiesta en ellos su potencial, sus capacidades y su naturaleza.
• Ten espacios donde hablen abiertamente y apóyalos para evaluar las consecuencias de sus acciones.
• Establece en conjunto límites claros y posibles.
• Permite el desarrollo de su autonomía y su capacidad de organización y autocuidado.
• Refuerza su autovaloración, reconociendo sus capacidades y apoyando el desarrollo de sus intereses sin juicios ni prejuicios.
• Que en tu servicio educativo siempre estén dispuesto a darles contención cuando lo requieran, que sepan que pueden recurrir a ti en cualquier circunstancia.
• Reconoce con ellas y ellos que equivocarse nos da la oportunidad de aprender y mejorar, que, en su aula, tú también estás aprendiendo y eso es parte de la vida.
• Modela a través de tu rol como maestro/a o guía, los valores que te parecen importantes que adquieran, buscando ser congruente y reconociendo cuando algo no está funcionando.
• Valida sus emociones y apórtales elementos para que aprendan a reconocerlas y expresarlas abiertamente sin lastimarse y sin lastimar a otros.

Recuerda: la escuela debe ser un entorno seguro y protegido para las niñas y niños, un lugar donde tienen la oportunidad de crecer llenos de buenos recuerdos y felicidad para llegar a ser personas adultas que aportarán valores a sus familias y la sociedad.

Blog publicado originalmente en Conexión Ternura.